Su Mirada
Preciosa como rayo de alborada
es la flama que tiene su mirada.
Con su estela radiante y cristalina
cual estrella mi noche la ilumina,
porque lleva su luz aura divina
que arrebata de paz, porque fascina.
Es de un ángel su mágica pupila
tan serena, tan dulce, tan tranquila.
Es por ello que mi alma apasionada,
en la nube de ensueño purpurina
de ilusión y de amor ansiosa oscila.
Su voz.
Tiene arpegio su voz de melodía
que saliera del arpa de Thalía.
Es de tórtola un trino muy relente
que penetra en el alma dulcemente,
y transporta en sus alas a mi mente
a las fiestas fastuosas del oriente.
Es su timbre un acorde de violines
que los tocan celestes querubines.
Al sentir de su tono la armonía
mi deseo galopa irreverente
entre rosas de oníricos jardines.
Su sonrisa
En su rostro se asoma la sonrisa
misteriosa y sensual de Mona Lisa.
Va cargada de goces amorosos
donde surgen los fuegos tempestuosos
que despiertan delirios caudalosos
empapados de anhelos ardorosos.
Me conduce con gracias de bacante
al parnaso de Ovidio; el Gran Amante.
Con su gesto de gran sacerdotisa
y sus besos ardientes y morbosos
me seduce de forma alucinante.
Su Cuerpo.
En su cuerpo febril y apasionado
cada espacio es de fuego desbocado.
Es su boca de santa pecadora
la vasija de miel provocadora,
y su talle la espiga tentadora
do florece pasión arrolladora.
Poseerla es gozar cielo bendito
y sentir que en sus brazos yo levito.
Es por eso que vivo encadenado
a sus gracias de dama seductora
que con besos me lleva al infinito.
Autor Aníbal Rodríguez.