En la oscuridad de la noche
mis labios saben a ti
y en la soledad de mi lecho
un vaho llegó a mí.
Con los aromas en que creemos
con tu corazón rojo carmesí
y esos sones de contentos
que de ti siempre recibí.
Bailé contigo un tango
después un suave bolero
me sostenías en tus brazos,
mientras yo me asía a tu cuello.
Despertar de pronto debo
para esperar la realidad de los hechos.
Yamila.