Yo creía en Dios fervientemente,
creía en lo poderoso que era,
creía en que él me cuidaría,
creía en que él resolvería mis problemas
y también creía que me salvaría.
Rezaba todas las mañanas
para invocar su protección
pero un día a tierna edad
implore su mano para que un fulano
no me hiciera daño,
mi llamado fue ignorado.
Mis rezos en adelante fueron
para no sentir su enojo.
Con los años mi fe ha quedado mancillada,
ahora por las noches imploro poder creer en Dios,
imploro ayuda, suplico perdón,
pido oportunidades para salir adelante.
Entre el llanto, mis suplicas se apagan
y caigo resignada en aquel sueño que no es eterno.
Y también rezo para no despertar,
para no ver cada amanecer
pero mis ojos se abren
y hay un tormento que me invade.
Sigo respirando y me pregunto:
¿Dónde estas Dios?
¿Por qué me abandonaste?
¿Por qué no vienes a mí y
me arrullas entre tus brazos?
¿Por qué no me dejaste conocerte?
Eres el Padre que me ha hecho falta
en esta existencia desolada.
¿Por qué la vida no me deja ir,
por qué la muerte no ha venido por mí?
Llevo años con ese anhelo.
KATMUNRO