Como lluvia fresca llegaste a mi vida.
Refrescaste la aridez de mi alma.
Ablandaste la dura tierra de mi corazón.
Tu sola presencia hizo fértil mi ser.
Cuando menos te esperaba, cuando dejé de buscarte apareciste;
con tu tierna sonrisa, tu cándida voz, tu inadvertida presencia.
¿Qué viste en mí, reservado y humilde viandante?
Solo soy un caminante, un soñador, ánima errante.
Tímido y sensible amante que se pierde entre musas y suspiros.
Luchador empedernido, en ocasiones mal herido pero jamás vencido.
No es mucho lo que puedo ofrecerte:
unas manos capaces de acariciar;
un hombro que todo dolor puede soportar;
un pecho fuerte que tus lágrimas ha de guardar;
unos brazos que donde quieras te llevarán, tu soporte y apoyo se convertirán;
una tierna mirada, que sin decir palabra alguna, mil cosas te susurrarán;
unos labios que a los tuyos siempre se unirán;
un cuerpo que el tuyo ha de proteger, entibiar, amar;
una fuerte y dulce presencia que te ha de animar.
Si algún día decides irte tu decisión respetaré.
Nos guste o no, el amor verdadero es libre, por ello jamás te retendré.
Cual ave herida mi más hermoso canto cantaré y a la punzante muerte me entregaré.