El canto del río, potente, colosal, la vida un carnaval, peces río arriba, río abajo, el viejo tren escalando cordillera, los niños bajaban y subían. Cuento de viejos, todo era tan bello y abundante que podías pescar hasta con aceitunas. Cómo es eso pregunta el poeta. Le tirabas las aceitunas al río, esperas a que el pez salga a escupir el cuesco y, le dabas con un palo en la cabeza y listo. Pero nada de río, recuerdos, ni peces. La minería, el cambio climático, la sequía, de aquel río, solo queda un hilo, tan delgado y frágil que brota, gota a gota, lágrima a lágrima de cada piedra del río.