Que preciosas que lucen las cañadas
revestidas con mantos de rocío;
y escuchando románticas tonadas
de zagalas que nadan en el río.
Majestuosas se miran las bandadas
de gaviotas que cruzan el vacío,
de las grandes estepas azuladas
del espacio, y su hermoso señorío.
Con glorioso fulgor se colorea
el divino esplendor de los cafetos;
que ya visten sus blancos azahares.
Y el canario romántico gorjea
en los copos de cedros y de abetos;
ofreciendo a los campos sus trinares.
II
Por doquiera se observa la belleza
que la Madre Chak Chel siempre regala;
lo demuestra con gran delicadeza
en la rosa, el clavel, y blanca cala.
Con la hermosa, y serena fortaleza,
de la cual los leones hacen gala,
nos dibuja del bosque su grandeza
pues suspiros de vida siempre exhala.
Los caudales que manan de sus fuentes
cuyas aguas fecundan el arado,
son la savia de clara transparencia
ofreciendo en sus gotas refulgentes,
ese néctar que viene destinado
para darnos el don de la existencia.
III
En un cielo tallado de diamantes
brilla un sol con celajes de oro y grana;
que ilumina con rayos fulgurantes
del trigal su esplendor de filigrana.
Los quetzales que son tan cautivantes
orgullosos adornan la mañana;
y sus vuelos de libres trashumantes,
nos demuestran su estirpe soberana.
Es por eso que cada que atardece
y contemplo horizonte sosegado;
sus estelas me llenan de ternura,
y en mis venas yo siento que se crece
ese amor portentoso, y regalado
por la gracia solemne de Natura.
Autor: Aníbal Rodríguez.C