Tu regazo es curva taza
llena de eterno licor.
Ese ónfalo
que en tu Delfos embraza
un mar de sibila en flor.
Ese tráfago
que a las puertas de tu templo lugar tiene
rompe la baraja de guerras y hechos,
confunden las sendas, cuestas y repechos
que mi siniestra mano a surcar se aviene.
Cuán es la nobleza que tu blasón retiene
que quiero hasta ebrio beber de por vida,
tu licor que zumo es del demonio mida
la grandeza que de hombre tal me conviene.
Tus piernas, manzana de Eva
que me atragantan Edenes
de pasión, que me renueva
la roja savia que lleva
de traqueteo a vaivenes
un corazón que es coraza.
Tu boca, se me olvidaba,
que tal serpiente me abraza,
torna mi lengua de estraza
cual Basilisco en aldaba.