A diario pienso en el suicidio, es habitual los pensamientos amargos, duros y llenos de ira.
Me aleje de Dios, he renegado mil veces la existencia mía y de quienes me han destrozado cada parte de mi cuerpo hasta devorar mi alma, siempre hay una presencia oscura que esta parada al lado de mi cama cuando llega la noche, escucho sus gritos como arañazos en la pizarra, se tira sobre mi, me paraliza el cuerpo y atraganta mi garganta con desesperación para que no grite.
Es en ese momento que rezo desesperadamente pidiéndole a Dios que lo aparte de mi, que alivie mi alma, que no permita que siga atormentando mi mente con esos gritos de muerte.
Sigo herida.... los traumas del pasado desgarran mi corazón y no me deja querer, ni perdonar,
tengo miedo de mis acciones y pensamientos, quiero desgarrar mis venas, o deseo desgarrar las venas de aquellos que interrumpieron mi inocencia.
Siempre pensé en Dios como mi mejor remedio, antes solo cerraba los ojos y le pedía que tocará mi mano, y como arte divino sentía unas manos presionando las mías, era mágico y extraudinario, le pedía que nunca me soltara, porque sentía que moriria, solo quería una cosa en la vida ser parte del séquito de Cristo, sería el mayor logro y la riqueza infinita que duraría por siempre.
Pero hay personas llenas de malicia, personas desagradables que sólo quieren hacer daño, tomaron mi cuerpo como muñeca de trapo, fornicaron en el y lo envenenaron con odio, malicia y pecado.
Me he alejado de Dios, ya no le envío una plegaria, ya no pido sentir sus manos, reniego de todo aquello que lo representa con imágenes, estoy vacilando con mi suerte y la miserable fortuna que vivo a diario.
No hay día que no piense en el suicidio, en ese silencio eterno que te quita el dolor, el sufrimiento, que te llevara directo al Infierno, pero no sin antes pedirle a Dios que responda ...... El porqué Yo?.