Si te quitaras esa tupida túnica
que acota los límites.
Si me dejaras amanecer en tus vuelos de silencio
en la intocada madrugada de la piel.
Tal vez, no habría esos socavones a orillas de tu pecho
sólo besos como caracolas que perfuman.
No dejes pasar las gaviotas,
ni que los ojos se hundan en la sombra
del eco.
No escondas mi nombre en tu boca
haciendo alambrada el tiempo.
Dame el relámpago de tu mirada,
o déjame naufragar oliendo a ti.
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