Amor mío, ¿eres real o simplemente un sueño
de mi febril fantasía que loca camina
por los arduos escollos de la senda divina,
cautivada por tu bello rostro marfileño?
Tanto si eres real como un agradable ensueño,
tu inefable beldad a mi corazón fascina
y mi sumisa voluntad hacia ti se inclina
como dócil fámulo de su adorado dueño.
Amor mío, no frunzas al verme tu hosco ceño
ni te muestres ante mí con tu actitud mezquina,
clavando en mi corazón esa acerada espina
con tan exacerbada acerbidad y desdeño.
¡Oh cruel amada, esconde tu rostro berroqueño,
no perseveres en tu actitud adamantina
que a mi intrincada y oscura senda no ilumina,
y ofréceme tu semblante radiante y risueño.
Suspiros y sueños de amor