alupego (Ángel L. Pérez)

MENGUA Y CRECE

MENGUA Y CRECE

Crece la hierba en silencio,

para aquellos que no escuchan.

Crece en el vientre la criatura,

solo su presencia siente

la madre que la cobija

y crece cuando se avista,

para dar forma a su vida.

 

Solos quedan los sin voz,

cuando es la humanidad

la que mira hacia otro lado.

Más crece la soledad,

si es fruto de la desidia,

la sombra alargada mira

a quien se encuentra detrás.

 

Ecos de pérfidas notas,

que van creciendo al socaire

de los odios que las crean,

en su sonido se agotan

los matices verdaderos,

que en el aire son sinceros

y en la garganta destrozan,

de su esencia lo más noble.

 

Pronto termina quien corre

y en su veloz galopada,

la misma vida le absorbe

frenando su crecimiento.

Así, mengua en un momento,

como larga es su pisada.

Crece la vida sin freno

si es lenta la caminata.

 

Albores de sueños nuevos,

que crecen junto a la magia

de la presencia soñada.

Florecientes singladuras,

que creciendo en la hojarasca,

van indicando el camino,

de la deseada esperanza

que se aleja en lontananza.

 

Navegantes sin destino

que van cruzando los mares.

La vista en el infinito

entre anhelos y pesares.

El timón al albedrío,

de los airados embates.

Largos brazos les arropan

o sin piedad les arrojan,

a las gigantescas fauces.

 

Crece en silencio la vida

en el generoso vientre.

Silente la idea crece

y el pensamiento florece,

entre la vida y la muerte.

A.L.
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21/10/2019