¿Donde se fueron las plumas
de aquellos años setenta
que destilaron el germen
de valor y de conciencia?
¿Acaso se acomodaron
en esa terrible mesa
donde reparten favores
y la moral dejan quieta,
y comprando los principios
se van a dormir la siesta?
¿Donde quedaron perdidos
los cantores y poetas,
cuyos versos, cuyos cantos,
fueron enormes ballestas
que dispararon los dardos
contra la maldad funesta
que cubriera nuestro suelo
con sangre muy noble y fresca
que luchara con denuedo
contra aquella tiranía
tan malvada y tan siniestra?
¡Hoy nuestra patria desangra
la ambición de nuevo déspota!
¿Los tinteros se secaron
o se rompieron las cuerdas
que clamaban por justicia
con el alma de honor llena?
¿Se olvidaron del hermano
que por la patria muriera
y de aquellos campesinos
llenos de gran entereza
que bañaron con su sangre
nuestras montañas tan bellas?
El madroño que florece
espera ver la gran flecha
de sus plumas y guitarras
defendiendo nuestra tierra
que está siendo mancillada
por la codicia perversa.
¡Estos jóvenes valientes
que recogen la bandera
que nos legara Rugama
con sus encendidas letras,
y sus cantos libertarios
de quetzal en la floresta;
necesitan las marimbas
que una vez el pueblo oyera
cuando empuñamos con júbilo
los bemoles que barrenan
del tirano sus cimientos,
cercenando las cadenas
que mantienen apresadas
de libertad la gran tea
convirtiendo en cementerio
de justicia la quimera!
Autor: Aníbal Rodríguez