Es tarde ya, y la noche
es dueña de este otoño.
El ramo de pasiones
se esfuma entre la fragua
de las horas y la rutina.
El farol parpadea
entre débiles suspiros,
al son de la lluvia en el viento;
el contorno se angustia
y se viste de sombras,
musitando ilusiones
y cicatrices al horizonte.
Un mundo
de realidades abatidas
plácidamente sana
un ayer aun latente;
una capa de olvido surge
como marea de alivio y calma.
La luna: arrullada
por los quejidos
azules y nocturnos,
despierta y anuncia
a las calles desiertas
que allá, a lo lejos
tropezando viene el día.
©
\"Canto porque lloro y vivo,
y vivo porque lloro y canto\"