El viento frío de invierno
abre bruscamente
la ventana de mi habitación.
Los árboles del huerto
se mecen sin cesar
mientras sus hojas
caen al suelo
cual hojas de papel.
El día se oscurece
y comienza a llover
con rayos y truenos
como suele suceder
mojando mi cuerpo
y el balcón aquél
donde solíamos
querernos
tiernamente los dos.
Allí donde tantas veces
me encontrabas mi amor
para amarnos
para darnos
el más dulce de los besos.
Hoy, que he vuelto a recorrer
después de tanto tiempo
las calles de tu país
ansioso de encontrarte
y no dejarte nunca más
me entero por alguien
que nunca más, podré hallarte
que nunca más, volveré a verte
porque te fuiste lejos
muy lejos de aquí
a un lugar donde se va
y no se regresa jamás.
Fuiste la mujer que yo amé
sin importarme la distancia
te entregué mi corazón
y si ya te perdí
mi vida, no tiene sentido sin ti.
Hoy llueve, llueve mucho
y sangra mi corazón
solo triste y sin ti
el balcón aquél
ya no se ve igual
le falta tu presencia
tu risa
tu voz
le falta todo sin ti.
Solo me queda el recuerdo
de nuestro inmenso amor
de aquel sentimiento profundo
que dejaste en mi alma
y florecerá
en el fondo de mi corazón.
Te doy mi último adiós
¡Amada mía!
con la promesa
de que siempre te recordaré
como a la flor más hermosa
del jardín, de mi corazón.
Autor: Mauro J. Casaño
01/10/2018