Mausoleos de personajes gloriosos. Tumbas de gente desconocida. Monumentos marmóreos tenebrosos. Y una marea de gente desaparecida. Catedrales amplias y oscuras. Ermitas blancas y abiertas. Creyentes que sufrían torturas. Historias terribles que son ciertas. Muchos fueron jóvenes y bellos. Otros fueron feos y vulgares. Los primeros eran radiantes destellos. Los segundos sabios singulares. Allí donde crecen humildes flores. Yacen una niña y un niño. Murieron entre terribles dolores. Y se fueron sin conocer el cariño