En un retrato, muy viejo,
te encontré querida abuela,
con tu figura delgada
y sentada en unas piedras,
yo no tenía recuerdos
de tu figura señera,
y tan solo alimentaba
unas brumas y tinieblas,
en las mismas te veía
en la cama y algo enferma
entregándome un cuaderno
y el Catón y la libreta,
porque tú fuiste la musa,
de una manera indirecta,
que yo aprendiera a soñar
y que lo hiciera en las letras...
Dicen que lloran los niños
y que se cansan y enferman,
al impedirles jugar
para aprender las respuestas,
y es que su vida da paso
a un carrusel de secuencias,
con las etapas tan breves
de cumpleaños en fechas,
y así se olvidan los rostros
de las abuelas aquellas,
que con sus dedos marcaban,
en el Catón, a las letras...
\"...Era un retrato muy viejo,
y no una imagen cualquiera,
porque en el mismo tú estabas,
y sentí que eras mi abuela...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
28/09/19