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La tarde es una máscara de palo, crece el paisaje en la geografía global del mundo, con la sílaba del hombre, Crassa hominem, el hombre y sus puntos cardinales, la distancia no tiene orillas, hay tantas calles y bastantísima gente, aquí se unen los limites perdidos, huele a dinero, huele a ganancias, y máquinas de lucro y estafa. Sentado en la mesa del escritorio con una enciclopedia cool de la más alta esfera de la ciencia: frente a la pantalla del ordenador: iPad, laptops, celulares y el gran estadio, percibo el mundo abriendo este cansancio al que llamamos realidad, le llamamos el continente del oído, de los ojos, de la boca, pero la paz es el sonido gris de la usura, es el ingeniero del mercado, el empresario, el burócrata, el militar, el diputado, el presidente que comercia con la vida, la farsa y las ganancias como la receta del charlatán. Aquí está la paz fabricada con un alfiler y un tornillo con el muro de Trump, donde bajan y suben las hormigas, lleva los apuntes de los que entran y salen y conserva un directorio: la fórmula y un poco de literatura del hombre político socialista, es decir: un goteo diario de ignorancia en cada hora del rompecabezas, creo imaginar que el país se deshidrata, porque la paz seria la gran universidad de la vida dividida en sobregastos salariales y una millonésima exactitud con fecha de caducidad, aquí está el robot enviando sonidos a la CIA, al Pentágono, desde aquí se levantan las órdenes para la paz, para darle cita al gran suburbio comercial para el mundo y la guerra.
[Sentado frente a la mesa entre estas paredes sin puerta, el día huele a niños hambrientos, árboles enfermos, mares pestilentes. La agonía de Dios con la sangre y la pus de este reino hinchado de hipotermia y su fingida sordera carcomida por los insectos /el hombre/ los homo-sapiens y una prostituta de la creación paga su contribución para que la historia cambie]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
11:3922102019