Me miras directamente a los ojos y me vuelvo nada,
una nada inmensa perdida en tus ojos ocre,
me miras deseando más de mí,
y yo,
jamás he estado tan eternamente agradecida con que me necesites.
Voy descalza surcando tu cuello con besos húmedos,
ignorando cualquier distracción alrededor,
te imprimo un beso en tu lunar,
ese que tienes arriba de tus labios,
que se me va la vida cada vez que camina hacia mi boca.
Tristeza inevitable cuando me separo de tu abrazo,
cuando corro hacia ti pero no llego,
cuando estamos cerca pero a la vez tan lejos.
Envidia la que sienten los demás al vernos,
al desear nuestro amor inverosímil y
abrumador.
Amor, brillas sin parar y nunca me canso del ardor de mis ojos al verte,
del calor que dejan en mi cuello tus besos, y
los gemidos encerrados en una habitación oscura.
Somos amor, pero no amor de esos,
somos amor no de aquí, pero de lejos.
Somos amor inevitable, amor que arrancas del alma y siempre vuelve a donde fue feliz,
somos amor eterno y eterno es para siempre.