A la más callada
(A Julia de Burgos)
Fue una joven consagrada a Júpiter
en una mañana de cauces y arenas
cuando zarpando en la azulada barca
se revistieron de flores sus penas
Mas no quedamos entre sueños desvelados
ni huérfanos en el bosque del olvido
ni empañamos el espejo de los años
con el suspiro de rostros caídos
Aún se percibe su aroma acanelado
en el vientre de las fuentes de la selva
y en el mimo de la ninfa inspiradora
cuando besa en la frente a su poeta
Hermosa péñola de tinta fina
estela helénica de dulce ensueño
vive tu oda perenne y divina
en cada bardo puertorriqueño
José Luis Silva-Díaz