Tantos días clamando y vomitando
por los mismos motivos, iras bajas,
un hoyuelo, dos cauces, muchas zanjas
van hendiendo mi frente lado a lado.
Tantas noches orando y sollozando
una música rota en mi garganta,
bebiéndome las sales de mis lágrimas
como un ebrio en incuria, deshauciado.
Alguien abre la puerta. El viento ha entrado
y me encuentra sin fuerzas para nada.
Y declina a mis pies algún fantasma.
Quizás es ella. O solamente el frío en mí calando.