Una barca descansa en la bahía,
con su dulce figura seductora,
sin pensar en el día y en la hora
que a la mar, volverá, con valentía.
Y lo harán los remeros de la ría,
los marinos y gente pescadora,
para ver si consiguen que la aurora,
les otorgue, de nuevo, la alegría.
Es la pesca que buscan, sin descanso,
cada vez que permite la galerna,
del palangre y las playas tan cercanas.
En el humo de paz, desde el remanso,
imaginan leyendas de taberna
y hasta versos de inciertas filigranas.
En los remos quedaron las bocanas,
las resacas, mareas y los vientos
con los sueños de risas y lamentos.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/19
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