Guárdame ahí,
en ese instante
efímero,
en el que
comienza
el día a alejarse,
pero aún la noche,
no es consciente
de su enormidad.
En ese momento
en que las sombras,
sienten
que sus fuerzas
merman,
pero sus uñas
todavía pueden
retenerlas
junto a la
realidad que las
propicia.
Yo,
seguiré
alimentando
los lenguajes
que me dejó
tú boca,
viendo pasar
cerca de mí
días que no tienen
regreso,
regresos que no tienen
fechas.
Eduardo A Bello Martínez
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