Tus ojos se abren
y comienza a contonearse
el agua,
te anuncias igual a una margarita,
con un vuelo de gaviota
sobre la ola más alta;
mientras,
sobre tu piel soleada,
resbalan las figuras de las nubes,
que resuenan,
como un verso
de colores constantes y ligeros.
Sensualidad bordada
en las páginas del día;
el vientre maternal
del verano,
conserva intactas las caricias
y las palabras que nos escribimos,
palmo a palmo,
siempre errantes,
siempre libres.
Hay trazos que van
señalizado el rumbo
desde tu pelo a mis ojos,
palabras que vuelan
entre tu boca y mi amor;
sonidos ciegos de labios,
herméticamente abrazados,
húmedos ecos atrincherados
por encima de la voz.
El tiempo se acuesta
con nosotros;
entre deseos y figuras
se atrinchera en los pechos,
protegiendo con egoismo,
cada beso,
hijo legítimo
de nuestros labios,
cada caricia innovada,
que corre feliz
entre las sábanas y pieles.
Eduardo A Bello Martínez
Copyright - 2015