Diego Nicolás García Contreras

minga ensoñada (5)

Aceite de coco vigía,
empalma esos trombones,
pronuncia esas montañas.
Aromas sutiles en la dulzura,
de estas lineas acariciantes.

Aromas dulces mar.
Sol radiante, el vacío tan enernamente unido al contacto,
y tan ensombrecedor.
Navegan los barcos con furia
como las gototas se deslizan en tu piel suave.

Nivea, blanca, morada, sonrosada tan perfectamente...onda de luz adecuada,
llena de milagros internos,
pernoctadora de atardeceres,
giro de luna, pies del mar.

Ligera canela entre las tablas,y del otro lado de las vigas marinas, por donde se relacionan los lobos marinos retozando,piel sube encurtida en cuero crudo.

Vapores dispersados entre el rumor de la bruma.
Anocher agrillado, verdozo , azulado.
Un montón de estrellas y frutas, en toda la huerta,
y el brillo de esa luna.


Piedras obedeciendo a brillos insólitos. 

Desce desce o fogo que acende.

Perdí la playa un montón de veces,
en el desfiladero de las ruinas,
y volví, para encontrarme en un atarceder blanco.

Veo escarabajos del desierto, la arena quemando y achicando los ojos,
viento de sal solar.