Busco mi sitio en la borrasca,
como si no fueras otra cosa
que la prolongación salada de mi propio
pensamiento,
como si no fueran mis pasos sino los tuyos
los que me llevan sobre este trozo de planeta
tan alejado de tus costas.
Quizás de ti me llegue alguna nube
que vierte su torrente gozoso sobre mí,
con un leve regusto cósmico a distancias
traída por el ocio de un viento caprichoso.
Tú sigues allá tu ruta independiente
obedeciendo sólo al antojo de tus rizadas aguas,
durmiéndote en la paz de tus arenas
volcánicas y negras,
sobresaltado reposo lleno de pesadillas.
Engulles de pronto en una aspiración nerviosa
algún barco incauto
que expuso, imprudente, su delicada proa
a tu estrepitoso despertar.
Reposan en tu sombra los despojos, y a veces,
por parecer menos riguroso,
dispones sobre la playa
unos pocos maderos carcomidos,
un trozo de cordaje,
una rueda que fue timón
y controló otrora el rumbo de la nave,
y ahora yace, planamente, a tu lado,
como si fuese un muerto,
llenándose de minúsculas pulgas de mar.
Nada respetas
y, tercamente, horadas el litoral entero
esculpiendo soñadoras cavernas,
túneles vertiginosos
y portales huecos que no llevan a otra parte
que a tu propio mal llamado corazón.
Y aún así, hacia ti elevo mi memoria
como si fueras un dios
o al menos un ángel transparente
y te doy una ofrenda de recuerdos,
inmerecidos, deliciosos,
de cristales trisándose,
de rugidos temibles
y murmullos de tierna entrega
y silencios de mentirosa quietud.
Jacqueline Sellan Bodin
* HoradaR: perforar. No sé por qué no aparece en este sitio esa palabra. Sería deseable que la agregaran.