¡Oh, injusto ángel diáfano!
¿Cómo pudo ser que te amo
de esta forma inconclusa que…
inconmensurable se deforma?
Acaparas todo lo que se me revela
extendiendo el recóndito cardinal.
Intervalo de mudeces que conspira
remendando una descosida melodía.
Conmutación de imperdonables
que sin contacto me recorres:
¡tildas mi corazón sin piedad!
Pero no en vano… te conozco
mortandad de mártires esperanzas:
siendo todo, haces nada, eres malo.
Grita al silencio que nos ata
con nuevas verdades en cascada
¿por qué has omitido el cálido apego?
¿Qué te hace bajar tan hondo y oscuro
a pernoctar con los idos y secos?
Condenable yo…
que aún más sombrío desciendo
si al saber de tu alevoso pecado
persistente peco con el intocable mío
extrañándote así… vida
de esta manera recóndita,
inescrutable y aturdida.
Si de mí tanto sabes
-nunca jamás en vano-
dime, antes de la luna
de tu alma mía a mi alma
¿qué sucedería con lo no sucedido
si mañana despertase en tus brazos?
P-Car
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Paty Carvajal-Chile
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