Hermosa y triste alondra cantora
que desdicha te acongoja tanto,
en lamento se convirtió tu canto,
acurrucada en el rosal que adoras.
Doloroso se ha vuelto su manto
y sus espinas son el dolor de ahora,
antes, un amado refugio cierto,
ahora dudas, celos y llanto.
La alegría siempre cobrará algo,
no pienses en el amor dado,
siempre existe un precio a pagar,
por el ansia de ser amado.
Quizás sea el destino de todos
vivir este momento aciago,
en que de buen contento aceptamos,
este amargo y dulce calvario.
Nos aferramos a la rama del rosal
aunque las espinas nos hagan daño,
dulce congoja enamorarse
y querer ser de algún rosal su única rosa.