Bajo qué ala
bajo qué sombrero,
bajo qué innata proclamación,
de tristezas o sombras recurrentes;
o en qué eterno dogal, tus dientes
hallarán fortaleza, en qué dominio,
o ámbito, forjarán su propia leyenda
solitaria.
Bajo qué presión, de alas y lluvias
tenaces, en qué olvidos momentáneos,
divinos, deidades nocturnas completarán
las líneas impresas en tus dedos?
Ah, forjador de ilusiones, tanto tiempo
esperándote; en las cabañas de los pueblos,
o en las hogueras remotas donde tiembla
el crepúsculo con cuchillo hermético,
me sangran aún los aullidos impenetrables
de tantos muertos sin escapulario; de tanta
inacción descompuesta-.
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