EN UN RINCÓN SE QUEDÓ
Se van quedando las horas
diluidas en el tiempo,
con los restos diminutos
prendidos en los cerebros.
Suspendidas las esencias
de volubles sensaciones,
en frágiles sentimientos.
Se va quedando la vida
sumergida entre conceptos.
Lento transcurre el dolor
y rápido la alegría.
Caminando entre los dos,
se construyen fantasías
para paliar el temor.
Las voces siguen llamando
con impotencia rendidas,
mientras se fragua el valor
en las entrañas heridas.
Gira el planeta al unísono
de la muerte y de la vida.
En cada giro ilumina
o cubre lo que claudica.
Las sombras tapan las faltas,
mientras brilla cristalina
la belleza que le abraza.
Luna y Sol, así, se alían,
para dar descanso y voz.
Ruge el trueno en lontananza
y destellan los luceros,
con sus estelas de nácar.
Sufre el infeliz su hambre,
y se saturan las panzas,
de quienes viven de espaldas,
ahítos de las pitanzas
que sin mesura arrebatan.
Hay quienes viven del hambre.
Lenta la vida o más rápida,
como la duda se afianza
o al resolverse incrementa,
el paso de su zancada.
En tonos grises la vida,
blanco y negro o pinceladas
de vívidos colores cálidos,
que dan vigor y templanza.
En un rincón de la estancia,
quedó obsoleta la idea
y en su etérea duermevela,
fue perdiendo su prestancia.
Se debatía en los recuerdos,
de profundas añoranzas
y sus transparentes ojos,
apagaron la mirada.
En un rincón se quedó,
para que crezca otra hermana.
A.L.
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28/10/2019