La maravilla de la amistad.
El poder expresar lo que siento,
y lo que sientes.
Que me confidencies tus tristezas y alegrías.
Y también yo hacer exactamente lo mismo.
Dos almas que nos alegramos contactar.
Que sean perennes, de verdad.
Con la sincera idea interior
de mantenerla.
Recibir ambos con tristeza,
lo que apena.
Y con sumo placer alegría,
las buenas noticias,
los sanos sentimientos del alma.
Somos un ejemplo, a mi entender,
de auténtica amistad.
Lo bueno a veces, dura poco, inevitablemente.
A veces no hay razones, justificaciones.
Pienso a mucha gente nos pasa
esta situación en la vida.
Pero hagamos el pacto
auténtico y sincero,
de ser por siempre,
dos almas fraternalmente unidas.
Las palabras escritas,
en esta era, muchas veces son sólo
palabras escritas.
Cuando por escrito doy mi palabra,
la auténtica, trato de cumplirla,
siempre, hasta el final.
Terceros a veces meten sus narices,
o sus indiscreciones malignas,
y rompen vínculos, amistad, pactos.
No debemos permitirlo.
Mantengamos nuestras palabras,
y continuemos perennemente,
siendo dos almas fraternalmente unidas.
Derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 14/10/2013)