HACIA ADENTRO Y HACIA AFUERA
La flor replegó sus pétalos
vestidos de porcelana
y escondida en su morada,
de lo negro se escapó.
La savia regó sus órganos,
el néctar cobró valor
y sus vegetales brazos,
en abrazo se durmió.
La brisa rozó los párpados,
de piel humana bordados,
las pestañas se plegaron
al ritmo del corazón
y arropando las retinas,
la mirada se perdió.
En el interior se miran,
para saber su color
y los ojos de la vida,
sueñan sueños sin dolor.
La mar abrazó al batel,
con las gigantescas ganas
de su líquida estructura
y en sus manos lo llevó,
cubriendo la singladura.
Las velas retando al viento
y su cuerpo al oleaje.
Al horizonte los ojos,
aferrados al coraje.
La vida miró hacia atrás
para mirar la andadura
y reconocer la huella,
que deja en su devenir.
Así, se atreve a vivir,
con las alforjas henchidas
de las pisadas vividas.
La marcha puede ser dura,
si el lastre impide seguir.
Nostalgias que van dejando,
flecos viejos en el alma
Y recreándose llaman,
a la escondida razón.
Más rápido es el latido
y el aliento es más feroz,
cuando la nostalgia obliga.
El diapasón de la vida,
va pausando al corazón.
La voz quedó enmudecida
entre los hilos del viento.
En sus corrientes perdida,
como se pierde el aliento
y al enmudecer se olvida,
de la meta perseguida,
en aras de la razón.
Queda en un soplo escondida,
para acallar su dolor.
La flor desplegó sus pétalos,
confirmando su valor.
Viajero que hollas la vida,
con pasos de melodía
y das tu sabiduría,
en cada tranquila brisa.
A.L.
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29/10/2019