Jordi Etresi

El Ășltimo viaje

 

El ultimo viaje.

 

 

Un relato corto original de Jordi Etresi

 

 

Se encontraba viendo la estrellas bajo la luz de la luna, era hermosa tal gélida noche, salvo por un pequeño detalle, el tiempo.

Un tiempo que llegaba a su fin, el destino estaba firmado y sellado.

 

Habían dos opciones o saltaba al mar y acaba el sufrimiento, o días después se prologaban los minutos de angustia, para acabar con la eutanasia en la clinica concertada.

Tenia los días contados podían ser meses o semanas.

Así era la cruel realidad de aquel hombre de ojos hundidos que se dispuso a saltar tras haber ingerido una cantidad considerable de alcohol, mientras el transatlántico surcaba en silencio en una oscura y apacible noche.

 

El en el borde a unos trece pisos de altura, en el lado de popa, lleno de miedo cerro los ojos.... preparado para el inicio del fin....

Una voz rompió el silencio diciendo:

Usted Sr? Si va a saltar yo salto con usted...

Levanto los ojos, y pudo ver una mujer bella, de avanzada edad como el, postrada en una silla de ruedas eléctrica.

Tanta concentración para nada, y ahora que? ....

Se dio la vuelta con gestos de desagrado por interrumpir su concentración.

Estaba loca? O lo estaba el?.

Que motivos tenia aquella mujer para saltar?...

Desde luego una enfermedad terminal no parecía tener ella, solo era una persona minusválida, eso creía a simple vista, pero estaba totalmente equivocado.

 

Mientras se conocían esa noche, el destino de ambos acababa de cruzarse en sus caminos.

Tras conocer la breve historia de aquella misteriosa mujer, le dio por pensar que fuese como fuese, tanto un cancer, como una esclerosis múltiple era para ambos algo que no asimilaban, cansados de ir a contracorriente en sus respectivas luchas diarias.

 

Aun quedaba tiempo para lo imposible, solo que ellos no lo sabían.

 

Lo único que tenían en común era que estaban enfermos, y casualmente se dirigían al mismo centro privado para dejar de sufrir.

Pasaron las horas hablando y los momentos estando juntos cada vez eran mas gratos.

Empezaron a sonreír y aquellas miradas sin brillo empezaron a tener esplendor, día tras día.

Bailaban cada noche, pero como lo hacían, si ella era minusválida? Pues fácil... se deslizaban en las silla de ruedas al compás de la música. Ella encima de el balanceándose ante la mirada atónita de la gente, abrazándolo por el cuello simulando tener piernas a través de la pista.

Mientras el divertido manejaba la palanca del control eléctrico de la silla ortopédica de ella en todas las direcciones dando mil vueltas entre si.

Las horas empezaron a ser distintas, los momentos empezaban a disfrutarse, y así los días y las noches en aquella ultima travesía.

 

Podían ver el horizonte y las puestas de sol, cada mañana, el mar placido en calma, al igual que su serenidad afrontando el destino.

Su ultima noche del viaje tras la cena a la luz de las velas se dirigieron al camarote.

Se miraron viéndose ambos uno parte del otro, atrapados en las miradas, como si no pudiera repetirse algo que sucede una vez en la vida.

Aquella noche las estrellas ya no estaban fuera colgadas de la luna, sino estaban en sus ojos, en su sonrisa.

Ambos corazones ardían al unísono sintiéndose como un sueño que no parecía real.

La cogió en brazos y atravesó el umbral de la puerta como si fuesen recién casados.

Ambos se entregaron dando algo mas que el cuerpo, aferrándose a la vida, en un pequeño instante que fue eterno.

Eran un par de almas encontradas a través del tiempo, palpitando a besos llenos de caricias entre las sabanas compartiendo cobijo en intensos gemidos de madrugada.

 

Amanecieron encontrándose exhaustos abrazados el uno al otro, mientras el sol iniciaba su ultimo día en el destino marcado de ambos.

Lo que no estaba en la hoja de ruta de aquel viaje, era que el amor y había hecho escala en dos corazones rotos.

Horas después acordaron estar juntos, en sus últimos momentos.

 

Mas tarde se encontraron cada uno en su camilla uno al lado del otro, en la clinica de la muerte.

Sus brazos conectaban con un suero venenoso que los dejaría sin vida, sin dolor alguno, sin sufrimiento.

Solo debían pulsar el botón de la eternidad y se iniciaría la cuenta atrás.

Se miraron una vez mas, y las lagrimas empezaron a brotar, cuando ambos se dijeron un te amo con la voz temblorosa.

Seguidamente ella dijo:

 

Se que llegue tarde a tu vida, antes prefería morir sin temor, pero cuando te conocí creo que ya morí por ti antes de tiempo.

Mi temor se transformo y temi en ese instante verte morir, ahora  solo quiero verte vivir.

Y si he de morir que sea contigo pero no aquí, sino en tus brazos en tu vida y en lo que quede de la mia.

 

Aquel hombre se deshizo ante las palabras sinceras de aquella mujer diciéndole:

 

Te amo mientras vivas, porque sin vida no lo podré lograr, porque puedo imaginar lo que sientes, como lo que estoy sintiendo yo.

 

Sonrieron levantaron sus pulgares de los botones, y se fueron lejos de allí, abrazándose a si mismos lo que les quedaba de vida.

No se supo mas de ellos, pero desde que se conocieron firmaron un instante sus vidas con verdadero amor,  y ese fue el momento mas gratificante, mas incluso que toda una vida entera soñada.

 

 

Jordi Etresi

 

 

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