Tus ojos se clavan en mi como una melodía
de Clint Mansell
mientras intento imaginarme un futuro a tu lado
pero no lo consigo, siempre te veo demasiado
lejos.
Hoy sólo me apetece dormir pero el oxígeno
parece cocaína y los párpados mis peores
enemigos.
La mayoría de la gente está podrida,
no es que yo sea antisocial.
La inmensidad desconocida me agobia como el
metro
y me avergüenzo de acabar bebiendo hasta
vomitar
para poder dejar de pensar unos minutos.
Quisiera haber nacido koala y no poeta,
tus pupilas me absorben,
duérmeme en tus senos,
mañana estaré mejor.
¿Cuántas noches más podré gozarte?
Estoy exhausto abrazado a las sábanas
pensando en bosques infinitos
para intentar relajarme
y dormir 14 horas a ser posible.
Cuando me despierten tus carícias
estaré mejor y volveré a ser
lo que perdí en algunos de los retretes
más sucios y sombríos de la ciudad
por amar a una arpía loca
a la que le daba morbo destrozarme
mientras yo intentaba averiguar
porque el mundo es un infierno
para la mayoría.