Aquí, claveles rojos y blancos para aita, los colores del Athletic Club.
Allá geranios fucsias, los que ama cuidaba en el balcón.
A este lado las orquídeas preferidas de mi prima
y al otro, ramitos de brezo para el último amigo que murió.
Y bollos y naranjas, calaveritas de azúcar, huesos de santo,
un poco de sal y agua purificante, menta, romero e incienso
Así compongo el altar en recuerdo de mis muertos
y lo lleno de su vida y lo colmo de imposibles besos
En mi altar están sus ojos y sus bocas, sus manos y sus rostros,
sus miradas, sus sonrisas y tantas de sus palabras
En mi altar está mi dolor por su ausencia
y mi llanto por el cariño que no siempre supe expresar
Delante de mi altar prendo la llama de la vela que apacigua
de la llama que ilumina la negrura de la muerte
de la llama que calienta el frío de la añoranza.
De la llama que da luz a los muertos de mi vida.