Abre la puerta
y deja que la luna
vea tu casa.
Que pase dentro,
y ponga en los rincones
mucha alegría.
Esa que tiene,
guardada con sigilo,
tras su sonrisa.
Luego, en el día,
repártela, y no temas,
a los amigos.
Disfruta en ello,
sonríe si es preciso,
serás feliz.
Si lo consigues,
verás las mariposas
volar de nuevo.
Es algo hermoso,
mirar como sus alas
llevan candor.
Y es que la luna
pasea por la noche
en los jardines.
En ellos duermen
los niños soñadores
con mariposas.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/10/19