alupego (Ángel L. Pérez)

ENTRE ALGODONES DORMIDA

ENTRE ALGODONES DORMIDA

Pereza que me atenazas

entre tus cómodas garras,

de sutil delicadeza.

Como mermas mi entereza

con tus melódicas nanas.

Los susurros que me inyectas,

seducen mi fortaleza

y en tus blandos almohadones,

la vida pierde su fuerza.

 

Doblan la cerviz al ocio

quienes viven con holganza,

y satisfecha la panza,

rinden culto a la apatía.

Así, la vida es baldía,

nadando entre la opulencia.

Ropajes de tul y seda

adornan la negligencia.

Voluptuosas emociones

se forjan en las riquezas.

 

Se rinde la voluntad,

cuando reina la desidia

y se doblegan las ganas,

entre cómodas reliquias.

Mientras el tiempo acelera

las imágenes que pasan,

perdiéndose en las orillas.

Poderosa dejadez,

que va impulsando la acidia.

 

La voz se quedo sumida

en el profundo vacío,

de la silenciosa ausencia.

Con las palabras colgadas

sin perseguir la esperanza.

En el infinito el eco,

perdido sin sintonia

Atrapado en el silencio,

un perezoso latido.

 

Deseos entre algodones

con flecos de fantasía,

y medrar en los rincones,

donde es inane la vida.

Insustanciales vivencias,

en suntuosos sillones.

Con mármoles en el alma,

en los pétreos corazones.

Sutilezas que se pierden,

en fabulosos fogones.

 

El tiempo marcado a fuego

ente lujosos crisoles

y amores de calderilla,

en opulentas mansiones.

La pereza a flor de piel,

como desborda la hiel,

en los flacos corazones.

Falsas risas cantarinas

y en las paredes crespones.

 

La pereza se quedó

en la mente agarrotada,

como en el vacío la nada.

Entre plácidas palabras,

que arrullan pero no sanan.

A.L.

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01/11/2019