El roce transitorio, fugaz y bandido
de tus ojos y los míos enciende nuestra alma,
En la atmosfera se percibe un viento
que derrite tu cuerpo y el mío.
Mientras mis manos fluyen
desde tus cabellos
hasta las pronunciadas curvas
que dejan entre ver tu diminuto vestido azul.
Mis ojos tristes se pierden en tus pupilas,
los deseos brotan al contacto de nuestros dedos.
Estoy al acecho cuando te avecines a mi cuello,
y que ese volcán inerte
haga erupción al contacto de mis labios.
Y en aquel seductor instante de la tarde,
reposen en la mesita de noche tus prejuicios y los míos.
Y tendida entre mis brazos, te susurre
el deseo de amarte.