Otras veces, otea mi ritmo.
Mis bilis y mis espejismos, pero no ahora, no.
Me naufraga en su honda y aromosa guayaba.
Me asalta y me monta ahora.
Con una ninfa en mi espalda, gateo
y me aruña, me aprieta y la muerdo.
Le doy vuelta, jadeo y la uno.
Otras veces me amarra
y me recita uno de sus jugosos versos.
Me hundo. ¡Uf, ahí maullo
y respiro su néctar en todo mi cuerpo!
Otras veces, me ducho
y me sumerjo allí, en sus airosos labios.
Así, allí soy semejante a un tigre
efervescente por haber cazado
por sus propias manos.