INDECENTE
Y quiso ser dama y se perdió
¿por qué ahora aquel negro destino?
¡Ay! ¡Cómo aflora lo que olvidó
su virgen beso, su buen camino!
Tibia y desnuda ya fue señora,
rodó al lecho de lo indecente
y fue lujuria, manchó su aurora,
se echó al sadismo de un demente.
Esta es la historia de poco acervo
de una señora de frágil casta
muerta en las garras de un voraz cuervo,
¡vil adquirida en fatal subasta!
Y aunque pareciere que eso es tanto
¡Jamás! Los besos que ella vendió
es su infierno, su eterno quebranto.
Nadie en subasta, ¡ay! ¡Nadie compró...!
Ahmed Krentel
D.R.
09-05-18