Un descuido le robamos al destino,
y a la luna un suspiro,
ni era tu tiempo, ni tampoco era el mío.
Pero te vi…
nos vimos.
Y sin pensarlo nuestros corazones
intercambiaron piezas rotas,
entre sábanas de un cuarto oscuro y frio.
Tu mejilla se unió a mi pecho,
y mi mano se unió a tu vientre tibio.
Somos tristeza y alegría en uno mismo
respiras de mi aliento,
mientras mis dedos encallan
en tus muslos divinos.
Ríes de cualquier cosa que yo digo
y yo te lloro cuando estas callada
cuando me quieres decir algo
y solo le susurras a mi oído.
Un rio inunda nuestros sentidos.
Sonidos hermosas,
silencios eternos,
delirios divinos…
Entonces ya se lo que harás conmigo
me das un beso y te veo salir,
asi tan sencillo...
Perderte entre gris de sombras
como si hubieras fallecido.
Solo escucho voces…
que se pierden en el cielo gris,
neblina candente...
ecos cortados como de un sueño ya concluido.
Triste trovador