Supongo que algún día
yo estaré muerto y tú viva,
e igual cuando te enteres,
estarás dando de comer a tus hijos
con otro hombre.
En un momento todas nuestras noches
golpearan los cristales de tu casa,
y tal vez te atrevas a volver a leer
los poemas que hace mucho te escribí,
cuando aún no te había rendido.
En otro momento
la realidad no se dejará engañar,
y entonces sabrás
que nadie te sintió como yo.
Pero ya estaré muerto,
aunque muy a lo lejos
resuene el eco de todos los momentos
en que escondido en tus brazos
me sentí eterno
como si nunca fuera a morir
lejos de ti.