Eres torbellino en el desierto
Y el azúcar que endulza mi café cada mañana.
Me miras, y me llora el alma.
Dulce Nadia,
En tus ojos de niña una mujer asoma,
Pero no es curiosa!
Alguien la arranco de aquella calma.
Tu sonrisa esta pintada por la tristeza
Y juraría que el propio Miguel Ángel
Tallo tu rostro tan perfecto.
Cuando lloras, llora el cielo
Y todos los Ángeles bajan a consolarte
Sin embargo al acercarme
Tu sonrisa vuelve a dibujarse.
Acerco mi rostro a tu boca tierna
Y me muerdes suavemente con dulzura.
Me abrazas y me dices al oído
“cachetes de algodón”