Como llueve en Sevilla, un otoño marrón
Un brisa llena de caos, todas las
palabras que debía decir se marcharon como las
ganas de marcharme de esta
triste ciudad vacía, como tantos recuerdos
y anécdotas que contar
Todo al final se va yendo, ¿no? todo retoma
su lugar
Desgraciada esta suerte que baila en las
escaleras de la esperanza de ir
y hacerlo mejor, pero llega
el día, al día siguiente me refiero, y ni siquiera
un te quiero en la pared, nada.
Solo una inmensidad muda y unos ojos
perplejos
Era lo que temía, tal vez todo
era en un sueño; bajé corriendo desnuda
y sin fe
Hubiera gritado su nombre, pero no lo dijo,
hubiera dado todo esta vez,
pero al doblar la esquina al día después
no había ruido, y en
lugar de llorarlo y quedarme aquí,
me callé
Una vez en marzo me vi persiguiendo
a un extraño, y lloré cuando dio
la vuelta,
la historia que siempre cuentan
a escondidas, ¿No lo ves?,
por eso si ves que llueve en Sevilla es que estoy
recordando su piel, arañando el deseo,
ahogándome lentamente
sin sed.