Maestría de naturaleza crinada
en tu tronco soberano, fuerte, curvo,
contemplo con bonanza el otoño
y te hablo, como la hiedra habla al rio.
Mi mirada, en el siglo de tus siglos.
Olivares que visten mi tierra sudada
soportando los caprichos del tiempo
os recito decorando con voz silente
el declamo al húmedo labrantío,
más amo tu bravo corazón de olivo.
A tus raíces esta humilde reverencia
que buscan suelos en los infinitos
a cambio tú regalas un sacramento
cultivado en ,solitario, libre albedrio.
En tu hoja larga de planta perenne
voy a deleitarte con un verso escrito
y con tu flor “rapa” de blancos pétalos
a crear, a rezar una oración “al Divino”
Ay aceitunero viejo con cara de niño
Ya te veo olvidado, nublado, vareado
Así como un poco cansado, rendido,
pronto zarandearas cosechas de penas
con tu rojo fuego bello y agresivo.
Antonia Ceada Acevedo ©