La Constitución era un libro
poblado de ojos claros
y gritos contenidos
en las sombras del tiempo.
Cuando fue llamada a su hogar republicano
unas arañas le mordieron sus ojos.
Ella tiene un corazón descompuesto
y hay gotas de sangre que fluyen
en el paisaje de sus leyes.
Su cuerpo constelado agoniza
y los bomberos de la República lo saben.
Entonces acuden a los fantasmales ríos
para recuperar las aguas que se fueron.
La Constitución anda, de grito en grito
marchando por calles y pantallas.
¿Quién escucha su errática locura?
Los infra-ciudadanos y los alfa
están desesperados
por arrancarle sus hojas verdes.
Algunos han pretendido que sus hojas son billetes
o salvoconductos para construir catedrales.
La Constitución tiene espejos y sueños
Las arañas trepan por sus párrafos
en busca de cualquier indicio de justicia.
Yo recuerdo cuando la sepultaron
en ladrillos transitorios
y el malestar profundo de su boca
cuando la impidieron comunicarse con su gente.
Más ella me dijo, cuando yo moría en ella:
\"Hijo, soy el agua de los pueblos
¡Ve en busca del rocío!\".
E.D.A