Recuerdo aquel primer romance,
Inocente, impoluto, casi divino,
Ese romance donde la epístola daba la diferencia,
Y el tiempo que pedía para darte una respuesta,
Solicitud seria, casi formal,
Una pequeña nota de papel,
Esperando un solícito Si o un estridente No
Se conjugaba en un juego trivial y diáfano,
¿ Qué le sucedió al romance?
Dejamos de soñar, de creer,
De sentir mariposas en el estomago,
De las rosas azules,
Los chocolates suizos,
Los paseos al parque,
El viaje al cine,
Y el soborno al chaperón,
Al hacer un viraje aquellos idilios febriles,
Nos damos cuenta en un instante,
Que mucho de ellos se fue con nosotros.
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Alexander Perdomo