No oigo la voz de Yahveh
a menos que se asemeje
al pecado de sus ojos.
El cuchillo de Nikos Kawadies oculto,
si digo una palabra sensata
o aceptada por el verso,
remodelo el seno.
Sedición e indisciplina,
Aans
en Grecia y Roma
al cruzar las aceras
me ataban tablillas de plomo
estaba marcada
al rojo ceniza de la tarde.
Frente al mar Egeo,
me convertía en Areteo,
maldiciendo cualquier ruina.
Tú lo recuerdas,
lo dije bajito
cuando te asesiné.
de Maldicionario,
Editions hoy no he visto el PARAISO, 2009