En mi alma todo es sombra, le has negado
la claridad del día a mis sentidos,
las cosas no me hablan de tu vuelo,
no hay rastro de tu paso por el mundo.
Sólo silencio, mudos horizontes,
seres que van y vienen taciturnos,
un dolor en el pecho que carcome,
una agonía negra que subyúgame,
que tórnase en amarga confusión
donde la fe flaquea, y va perdiéndose
la esperanza raída como el mundo.
¡Oh agonía! ¡oh profunda soledad!
¡Oh universo vacío! ¡oh vida!, ¡oh muerte!
¡Oh Dios, oh Dios santísimo, estas tú tan ausente!