Carlos Gustavo Gerez

Escuela Rancho

Me voy abriendo camino por los surcos

ardientes y polvorientos para llegar a La Simona,

entre los algarrobales hirvientes de coyuyos,

Y el ensordecedor canto de un puñado de cardenales,

Y tordos chaqueños,

entremedio de las sedientas cabras

Que se cruzan y retrasan mi llegada

Voy buscándote escuelita rural de mi Santiago.

El sol golpea fuerte y me da en la cara

aun así, me siento ansioso de sonreí al llegar,

después de tanto andar de cruzar y perderme

por varios caminos, emerge a lo lejos, un ranchito

Como un nido abandonado en esta densa vegetación.

Ocho changuitos bien paraditos en fila,

 mira al cielo flamear en un mástil de improvisado algarrobo,

una bandera Argentina, gasta por el tiempo,

Aurora, cantan bajito, mientras miro el ranchito

 que se convirtió en escuela,

paredes de horcones, ladrillo y barro

puertas inventadas de maderas y lonas

pizarrón de cemento mezclado con tierra.

Un valiente maestro comienza la clase,

Allá donde todos están olvidados,

El deja su vida en ese agreste y lejano lugar

A leguas de tierras olvidadas.