Cuando se está enamorado,
afiebrado, loco,
angustiado, sufriendo;
increíblemente,
eso no es amor;
es pulsión sexual,
satisfacción de un yo inexistente,
necesidad glandular,
incontrolable,
actuar inconsciente,
es el llamado de los instintos,
procrear.
Intenso como el hambre y la sed.
A veces ese impulso termina
y él, centrado en sí
se pierde en la existencia.
Se extravía.
Si es un sentimiento real,
le interesa el otro,
no a su propio ego insustancial,
intrascendente, circunstancial.
El amor está en la acción comprometida,
constructiva,
en servicio del otro o de los demás.
Con él es posible vivir.
Lo distinto son simulacros.